8. Dios crea al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza


Estimados catecúmenos, en esta entrada podéis encontrar el contenido literal del tema 8 titulado: Dios crea al hombre y a la mujer, a su imagen y semejanza. Espero que os sirva para reflexionar e integrar de manera progresiva la presencia de Dios en vuestras vidas cotidianas.


QUÉ PRETENDEMOS CONSEGUIR CON ESTE TEMA...
1. Conocer las características fundamentales de la persona humana, cuyo origen y destino está en Dios.
2. Comprender que el ser hombre o ser mujer es un don de Dios que tiene que ver con todo nuestro ser.
3. Vivir en actitud de confianza hacia Dios Padre, que es providente y cuida siempre de sus hijos.


INTRODUCCIÓN
Asombrados por la grandeza y, al mismo tiempo, por la fragilidad del ser humano, a veces nos preguntamos: «¿Qué es el hombre?». Para dar respuesta a esta pregunta, la Iglesia lee los textos de la Sagrada Escritura que nos hablan de la creación del mundo y del hombre. El segundo relato del libro del Génesis presenta a Dios que, como si fuese un alfarero, crea al hombre:
El Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo.
Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día que comas de él, tendrás que morir».
El Señor Dios se dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él, que le ayude». Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera. Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontró ninguno como él, que le ayudase.
Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios formó, de la costilla de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán. Adán dijo: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será "mujer", porque ha salido de varón». Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Los dos estaban desnudos, Adán y su mujer, pero no sentían vergüenza el uno de otro (Gén 2, 7-9. 16-25)


EL ALMA HUMANA
Ante la bondad y la generosidad de una persona; ante una obra de arte, un avance en la medicina, un descubrimiento científico; entre todos instrumentos técnicos… pienso: ¡cuantas cosas buenas pueden surgir del alma humana!
Con frecuencia en la Biblia del término «alma» se refiere a la vida humana o a la totalidad de la persona humana. Designa también lo que hay de más valor y más íntimo en toda persona, el yo en el que reside su conciencia y voluntad.
«Alma» significa el principio espiritual en el hombre, dotado de inteligencia y libertad e infundido por Dios mismo.
En la persona el espíritu y la materia forman una unidad. En cada uno de nosotros, el alma espiritual es creada directamente por Dios y es inmortal.


LA GLORIA DE DIOS ES QUE EL HOMBRE VIVA, Y LA VIDA DEL HOMBRE ES LA VISIÓN DE DIOS
La Biblia nos enseña que Dios infunde un soplo de vida al ser humano que lo convierte en ser viviente. El hombre es la cumbre de toda su obra. La persona humana, porque ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, tiene una dignidad superior al resto del universo y está llamada a representar a Dios en la tierra, participando de su poder y dominando a todas las criaturas.
La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre y de la mujer a la comunión con Dios. El hombre es invitado el diálogo con Dios desde su nacimiento. Creer en Dios, confiar plenamente en él y dar asentimiento a todas las verdades por él reveladas, es la mayor grandeza y dignidad que podemos alcanzar.
Dios mismo, al crear al hombre a su propia imagen, inscribió en su corazón el deseo de verlo. Aunque el ser humano a menudo lo ignore, Dios no cesa de atraerlo hacia sí, para que viva y encuentre en él la plenitud de verdad y felicidad a la que aspira sin descanso.


¿DE DÓNDE PROCEDE EL HOMBRE?
Nuestra experiencia nos dice que el hombre es distinto al resto de los seres vivos: puede conocerse a sí mismo y lo que le rodea, puede conocerse a sí mismo y lo que le rodea, puede decidir, amar, hablar… Es persona.
A la luz de la Revelación creemos que todo lo que existe es obra de la acción creadora de Dios y que el hombre y la mujer son criaturas diferentes del resto. Son una novedad tan grande respecto de los animales que las teorías científicas que explican al ser humano solo como un animal más evolucionado no responden a la realidad última de su ser, y al porqué de su existencia ni a su fin.
Es la Revelación de Dios la que ilumina este misterio: cada uno de nosotros ha sido pensado, creado y amado por Dios. Nuestro origen está más allá de nuestros padres. Venimos de Dios, quien crea el alma de cada uno.


SER HOMBRE, SER MUJER... NO SE ELIGE, ES UN DON QUE SE RECIBE
La Biblia nos muestra que Dios ha creado a la persona humana: 
varón y mujer los creó (Gén 1, 27). Ambos poseen la misma dignidad y son imagen de Dios. La diferenciación sexual indica que el hombre y la mujer están hechos el uno para el otro, para vivir la comunión de personas y la complementariedad sexual. Juntos están también llamados a transmitir la vida humana, formando en el matrimonio una sola carne (Gén 2, 24).
Así, la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El cuerpo es la visibilización de la persona y, a través de él, expresamos lo que somos. La sexualidad es una dimensión esencial de la persona. Hemos sido queridos por Dios como hombre o como mujer. Esto es una llamada que debemos aceptar y llenar personalmente de sentido.
Algunos dicen erróneamente que cada uno puede optar o elegir la identidad sexual independientemente del cuerpo con el que ha nacido. Pero la identidad sexual no se elige, es un don que se recibe. No somos creadores de nosotros mismos. Dios es el único Creador.
Por ello, la Iglesia nos enseña que a cada persona le corresponde aceptar su propia identidad sexual: ser hombre o ser mujer, según el proyecto de Dios, y caminar hacia un amor plenamente humano.


LLAMADOS A CONFIAR EN EL DIOS ÚNICO, TODOPODEROSO Y PROVIDENTE
Los cristianos rezamos porque sabemos que Dios nos ha creado y es todopoderoso, que de él dependemos y por él existimos. El Señor nuestro Dios es solamente uno, nos ama con amor de padre y siente por nosotros ternura de madre. Hemos sido creados para conocerle, y servirle. Jesús nos enseña a poner nuestra vida en manos del Padre, que es providente y cuida siempre de sus hijos:
Mirad los pájaros del cielo: no siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre Celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura (Mt 6, 26.31-33).


En el siglo IV, San Agustín reconoce que en el corazón de cada persona late el deseo de Dios:

Tú eres grande, Señor,
Y muy digno de alabanza. 
Nos has hecho para ti 
Y nuestro corazón está inquieto 
Mientras no descanse en ti. 


¿Qué lugar ocupa el hombre en la obra de la creación?
El hombre y la mujer son la cumbre de la creación visible. Dios los creó a su imagen y semejanza, libres, capaces de amar y de conocer la verdad, e iguales en dignidad.


UN MOMENTO DE REFLEXIÓN... (preguntas para reflexionar íntimamente, no las contestes inmediatamente, tómate tu tiempo para ello, pero muéstrate sincero/a)
1. Dios plantó en el Jardín del Edén muchos árboles, pero hubo uno que ocupaba el centro mismo del Jardín, ¿de qué árbol se trataba? 
2. A uno de los árboles del Jardín del Edén quedó terminantemente prohibido acercarse y comer su fruto, ¿a qué árbol nos referimos? 
3. ¿Por qué cada ser humano en lo más profundo de su corazón anhela regresar al Padre, a Dios? 
4. ¿Qué comparación hace Mateo (el evangelista) para que tengamos confianza absoluta en que Dios va a cuidarnos y va proveernos de todo cuanto necesitemos?
Pincha aquí para rellenar el formulario donde están estas mismas preguntas.
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Textos literales extraídos de: 
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA: Testigos del Señor. Editorial EDICE, 2ª edición. Madrid, 2015. 
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA: Sagrada Biblia. Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). Madrid, 2011. 
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