20. Jesús es el Hijo unigénito de Dios
Estimados catecúmenos, en esta entrada podéis
encontrar el texto completo del tema nº 20 titulado: Jesús es el Hijo unigénito de
Dios. Espero que os sirva para reflexionar e integrar de manera
progresiva la presencia de Dios en vuestras vidas cotidianas.
INTRODUCCIÓN
Comienzo del Evangelio de Jesucristo, hijo de Dios (Mc 1,
1).
Este es el pórtico con el
que san Marcos emprende su evangelio. Leyendo y meditando este relato se nos va
mostrando poco a poco a Jesús, nacido de la Virgen María, es el Hijo unigénito
de Dios.
Cuando se narra la escena
del Bautismo de Jesús, se escucha la voz del Padre que lo proclama como Hijo
amado y objeto de su complacencia. Por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado
por Juan en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y el
Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos:
«Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mc 1,
9-11).
A lo largo del Evangelio,
al ver sus obras y escuchar sus palabras, muchos quedan admirados y se
preguntan: ¿Por qué habla
este así? ¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen! (Mc 2, 7;
4, 41).
En la escena de la transfiguración
es revelado a sus discípulos como Hijo de Dios; a ellos y a todos nosotros se nos
invita a escucharlo y seguirlo: Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, sube aparte con ellos
solos monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco
deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les
aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Se formó una nube que los
cubrió y salió de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo (Mc 9,
2-4. 7).
En su Pasión, Jesús se da
conocer con más intensidad como el Hijo de Dios; en Getsemaní, se dirige a
Dios, su Padre, y le suplica: «¡Abba!, Padre: tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea
como yo quiero, si no como tú quieres» (Mc 14, 36).
Cuando comparece ante las
autoridades judías, Jesús responde claramente a la pregunta de si él es el
Mesías, el Hijo de Dios: «Yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y que
viene entre las nubes del cielo» (Mc 14, 62).
Al final del Evangelio
según san Marcos, en el relato de la escena del calvario, el centurión romano
proclama a Jesús como Hijo de Dios cuando descubre el misterio que se oculta
detrás de ese hombre justo que ve morir en la cruz: Verdaderamente este hombre era hijo de Dios (Mc 15,
39).
HIJO
DE DIOS
En el Antiguo Testamento el título «hijo de Dios»
se usaba para designar a hombres que, por su santidad o por la misión sagrada
que desempeñaban en Israel, tenían una particular relación con Dios. La
expresión «hijo de Dios» aplicada a Jesús tiene un significado inesperado y
único. Cuando la Iglesia confiesa a Jesús, el Hijo de Dios quiere decir que
Jesús es el Hijo único y eterno de Dios, que existe antes de todos los tiempos
con Dios, su Padre.
TÚ ERES EL HIJO
DE DIOS
Cuando
la comunidad eclesial confiesa a Jesús como Hijo de Dios, quiere decir que
Jesús es el Hijo, es decir, el Hijo único y eterno de Dios que existe antes de
los tiempos con Dios, su Padre. Se ha hecho hombre para nuestra salvación.
El
acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios
no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el
resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo
verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios.
Así,
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Una sola persona en dos
naturalezas unidas íntimamente y para siempre, sin confusión ni separación
entre sí. La Iglesia tuvo que defender y aclarar esta verdad de fe durante los
primeros siglos frente aquellos que afirmaban otras cosas.
En
Jesús las dos naturalezas están unidas en una sola persona: el Hijo eterno de
Dios Padre. Él es la segunda Persona de la Santísima Trinidad que, por nuestra
salvación, para que nosotros participáramos de la vida de Dios, se encarnó de
María Virgen, se hizo hombre débil y mortal; así lo recuerda san Pablo a los
cristianos de Corinto: Siendo rico se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza (2 Cor
8, 9).
EVANGELIO
Y EVANGELIOS
«Evangelio» es una palabra que procede de la lengua
griega y que significa «buena noticia».
El Evangelio es el anuncio de Jesucristo, Hijo de
Dios vivo, que murió y resucitó para nuestra salvación. Desde el primer momento, los
Apóstoles desearon ardientemente anunciar a Cristo y proclamar sus obras y
palabras.
Pasados algunos años, bajo la inspiración del
Espíritu Santo, se escribieron los «evangelios», que son los cuatro primeros
libros del Nuevo Testamento.
Los cuatro evangelios recogen en cuatro redacciones,
según Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Los evangelistas los compusieron escogiendo las
cosas más importantes de las muchas que ya se transmitían de palabra o por
escrito, a partir de sus recuerdos y del testimonio de los que vieron y
escucharon a Jesús.
Los cuatro evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan
son el principal testimonio de la vida de Jesús, y comunican siempre la verdad
acerca de él; son el corazón de todas las Escrituras y ocupan un puesto único
en la Iglesia.
Jesús llama a sus discípulos a vivir como
hijos de Dios
A medida que conocemos quién es Jesús, estamos llamados a convertirnos en sus discípulos, a creer en él y a vivir a imagen suya como hijos de Dios.- Los discípulos de Jesús ponen su vida en manos del Padre, al igual que Jesús puso en Él toda su confianza.
- Los discípulos de Jesús son misericordiosos con todos, al igual que el Padre, por Jesús, es misericordioso con todos.
- Los discípulos de Jesús perdonan siempre al que les ofende, tal y como Dios Padre les perdona por medio de Jesús.
- Los discípulos de Jesús aman incluso a sus enemigos, así como Dios Padre hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos (Mt 5, 45).
EN EL HIJO, LOS
HIJOS APRENDEN A ORAR
En
muchas ocasiones, los evangelios nos muestran a Jesús orando. Aun siendo Dios,
junto a María y José aprendió a rezar según su corazón de hombre.
Él
es el Hijo de Dios y toda su vida es oración, pues está en constante comunión
con Dios, a quien invoca con confianza insuperable, como «Padre» o «Padre mío».
Lo
vemos retirarse en soledad, muchas veces durante la noche; ora antes de los
momentos decisivos de su misión o de la misión de sus Apóstoles.
Viéndolo
orar, sus discípulos desean aprender a orar como él lo hace:
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de
sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar…» (Lc 11, 1).
Jesús nos dijo que orásemos
y pidiésemos en su nombre, que no nos cansáramos y con fiáramos en la bondad
del Padre; que cuando pidamos, lo hagamos de corazón, para que se haga según su
voluntad. Nos mostró una forma de oración excelente, el padrenuestro. Así,
viendo y escuchando al Hijo, lo hijos aprenden a llamar a Dios Padre nuestro.
En el siglo II, san Justino, filósofo y mártir, nos
indica que somos cristianos por la gracia de Dios y solo con la gracia podemos
conocer el misterio de Cristo:
Tú, reza, ante todo, para
que se te abran
las puertas de la luz,
pues nadie puede ver ni
comprender,
si Dios y su
Cristo no le conceden comprender.
¿Quién es
Jesucristo?
Jesucristo
es el Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Virgen María por obra y gracia
del Espíritu Santo. Es verdadero Dios y verdadero hombre.
UN MOMENTO DE REFLEXIÓN... (preguntas para
reflexionar íntimamente, no las contestes inmediatamente, tómate tu tiempo para
ello, pero muéstrate sincero/a)
1. Dime dos escenas de la vida de Jesucristo donde la voz del
Padre–una vez del cielo y otra desde una nube– proclama a Jesús como su Hijo
amado en quien se complace.
2. Quiénes de los siguientes discípulos de Jesús no fueron
evangelistas –es decir, autores de los Evangelios–: Pedro, Juan, Lucas, Mateo,
Judas y Marcos.
3. Una vez, uno de los discípulos de Jesús le pidió que les
enseñara a orar. ¿Qué oración les enseñó para orar al Padre?
4. Dime tres condiciones para que la oración sea escuchada.
Textos
literales extraídos de:
CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA: Testigos del Señor. Editorial EDICE, 2ª edición.
Madrid, 2015.
CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA: Sagrada Biblia. Biblioteca de Autores
Cristianos (BAC). Madrid, 2011.
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